La participación activa de mujeres en la Democracia: un asunto de derechos
Opinión
viernes 30 de abril de 2021
Archivo particular
Para una sociedad democrática el asunto de la participación debería ser particularmente protegido y apoyado en estas horas de crisis.
En estos momentos convulsionados por los que atravesamos a causa de los desafíos que estamos viviendo producto de la pandemia, el desempleo, el hambre, el riesgo ambiental, la inseguridad creciente y la economía en caída, sin duda, podemos afirmar que la sociedad misma, así como también la Democracia están en riesgo.
No obstante, tales riesgos y peligros absolutamente alarmantes nos invitan a unirnos como sociedad, como comunidad, en la búsqueda de soluciones adecuadas que garanticen la permanencia en el presente y el futuro de nuestra vida, pero con una mayor dosis de responsabilidad, respeto, desarrollo y paz, puesto que las fórmulas y perspectivas de siempre nos han demostrado, una y otra vez, su fracaso e incapacidad.
Para una sociedad democrática el asunto de la participación debería ser particularmente protegido y apoyado en estas horas de crisis; lo que nos afecta a todos, debe ser solucionado oyéndonos todos y con el concurso de todos.
Las urgencias de la salud o de la economía no son razones para dejar de lado una verdad de fondo: nuestra sociedad no puede ser ni exclusiva ni excluyente. Dentro de esta lógica es que entendemos la participación de las mujeres en política como un espacio y oportunidad de trascendental importancia para una nación que necesita salir a flote en medio de esta tormenta en la que naufraga.
¿Por qué una referencia a las mujeres? La participación de las mujeres en niveles decisorios -a propósito del norte que deben tomar los países-, ha probado en muchas zonas, latitudes y regiones del mundo que no es solo una alternativa válida sino un Derecho Fundamental, reconocido en normas nacionales e internacionales que impacta en la transformación de los estereotipos de género, fortalece la democracia, incide positivamente en la meta de construcción de una sociedad pluralista y es una fórmula de solución para los que buscamos vientos frescos, soluciones creativas y una nueva manera de ver el mundo y de ver las cosas.
Sin embargo, en una sociedad diseñada de manera machista, la aprehensión de una solución diferente siempre es vista con rechazo o cuando menos con temor.
Este temor a esas diferentes maneras de ver y de hacer, permite que como sociedad rechacemos la participación real y eficaz de por lo menos el 50 por ciento de los miembros que la integran, las mujeres. No es democrático seguir creyendo que podemos rescatar nuestro mundo excluyendo a la mitad de él.
La participación política y decisoria de las mujeres no solo es una posibilidad de cambio, es un derecho ganado con años de lucha y sacrificio que inclusive han costado muchas muertes, pero que los detentores del poder han decidido no considerar ni reconocer en sus reales dimensiones.
En las mil y una correrías, que por Boyacá se han realizado con mi equipo de trabajo, en cerca de tres décadas de servicio público, hemos tenido la alegría y el orgullo de conocer mujeres absolutamente excepcionales, las que, desde su condición femenina de lideresas, de empoderadas, nos han mostrado la fuerza que hay en su corazón, así como su voluntad y capacidad para proponer soluciones en medio de los conflictos, para construir puentes en medio de las diferencias.
A propósito de ello quiero terminar esta breve reflexión hablando de una de ellas: Maribel Elisa Acevedo Valbuena, concejala del municipio de San Miguel de Sema, madre de nueve hijas -lo que en teoría sería un obstáculo para asumir su empoderamiento-, lideresa con una idea fundamental y definitiva que en sus propias palabras reza: ‘si tiene un sueño, hágalo realidad’; ‘si ayudamos a transformar el pensamiento de otra mujer, transformamos la sociedad, transformamos las vidas de los demás’.
Este breve ideario nos deja muy en claro su talante, su opción fundamental por cambiar la sociedad, por mejorarla, por ir hacia adelante, hacia el futuro.
Le agradecemos a ella por hablar con nosotros, por contarnos de su vida, por permitirnos citarla y mostrar a los boyacenses -a través de este texto- que las mujeres somos poderosas y capaces, y que ese proceso de surgimiento de nuestras lideresas, que ya no da más espera, debe estar acompañado por un cambio de mentalidad y de acción de los hombres del departamento, quienes pueden y deben estar listos para posibilitar y apoyar la participación activa de las mujeres en los procesos políticos y decisorios de nuestra tierra de libertad, 'donde nació Colombia'.
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